Lo que se cuenta del santiago espirituano

Los tradicionales festejos santiagueros se originaron en el siglo 18 y, según la historia, respondían a los imperativos del santoral católico, pues el día 25 está dedicado a Santiago Apóstol.

Se cuenta, además, que en 1848 el periódico El Fénix publicó un bando de gobernación en su primera plana para nombrar las celebraciones.

A mediados del siglo 19 los festejos adquirieron un matiz popular, pues se admitían máscaras y disfraces hasta la hora de las oraciones, siempre y cuando no imitaran a ministros de la religión católica, funcionarios del Estado y militares, o provocaran chanzas contra las condecoraciones concedidas por el Gobierno.

Y, por supuesto, a estas prohibiciones se le sumaron otras, más categóricas para la gente de color al privarlos del derecho a disfrazarse y andar a caballo por las tres calles principales.

También se prohibía portar armas, "proferir palabras deshonestas, que denigraran u ofendieran a persona alguna con canciones, acción o movimiento de sentido malicioso".

Sin embargo las fiestas tuvieron, desde entonces, una connotación más agresiva bajo los efectos del licor. A ello se sumó la participación popular en bailes, desfiles de caballería, disfraces, competencias, palos encebados y  carreras en saco.

En la etapa republicana las fiestas santiagueras contaron con el apoyo oficial y, sobre todo, de los propietarios del comercio quienes, obviamente, se beneficiaron con la diversión.

Hasta el 27 de julio los espirituanos saldrán a las calles para disfrutar de su santiago donde no faltarán los paseos de carrozas, las arrolladeras de comparsas, los bailables y otras tantas acciones devenidas tradiciones en esta tierra.