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PARA CONOCER AL PRIMER PINTOR DE SANCTI SPÍRITUS

PARA CONOCER AL PRIMER PINTOR DE SANCTI SPÍRITUS

Nace en Sancti Spíritus el 31 de octubre de 1880 en el reducido círculo de una familia de intelectuales en la casa número 1 de la entonces calle San Gonzalo (hoy Museo de Arte Colonial), su padre Don Jacinto Fernández Morera administraba entonces las propiedades de los dueños de dicho inmueble, una de las familias más ricas y acaudaladas de la época, propietaria de grandes extensiones de tierra e ingenios azucareros.

El padre de Oscar Fernández Morera poseía una buena posición económica, la misma heredada de sus antepasados. Aunque no se dedicó a los negocios, se inclinó por los aspectos relacionados con la cultura de su pueblo, formándose como escritor y crítico; quien en 1907 funda la Revista Artística y Literaria “Hero”, la misma se convirtió en un importante medio de comunicación, no solo local, sino nacional e internacionalmente; es lógico suponer el caudal de conocimiento que por esta vía recibiera Oscar Fernández Morera quien no alcanza estudios superiores y se desarrolla en la vocación hacia una manifestación poco conocida y solo admirada en el estrecho marco de la intelectualidad de su pueblo.

Transcurridos los primeros años de vida de Oscar en la casa más acaudalada de la localidad (familia Valle Iznaga) y observando allí retratos realizados por pintores españoles anónimos a los miembros de esta familia, lo cual es de suponer motivara con el decursar de los años su interés por llevar a la práctica aquello que hubo de impresionarlo en su temprana vida. La vocación del joven merecía estudiar en una academia de pintura lo que para ello implicaba alejarse de su ciudad natal y la guerra comenzaba, las comunicaciones y el transporte se interrumpían, al terminar la misma ya Oscar contaba con 18 años.

Comenzó a trabajar aunque muy poco tiempo en el Juzgado, posteriormente en el Ayuntamiento, pero su vocación por la pintura lo atrapa y terminó por dedicarse por entero a la misma.

Oscar supo rebasar todas las difíciles pruebas y obstáculos que le deparó la vida, pues el mismo como anteriormente se relata no tuvo formación académica ninguna. Envejeció, y murió inmortalizando un arte que no había nacido; nadie como Oscar supo gestarlo y alimentarlo.

Cuenta la obra de este pintor espirituano con más de mil obras en el país como el extranjero, su obra no aborda el tema social, ni rompe con las formas clásicas y en ningún momento está atada a las reglas académicas. Este pintor no incursionó solamente en la pintura de caballete, también lo hizo en creyones, plumillas, acuarelas, etc. Además hizo numerosos estudios a partir de la fotografía, pues también ilustró revistas y catálogos. A la pupila de este pintor no se le escapó el más mínimo detalle de todo aquello que le rodeaba, llevó al lienzo los rincones más insospechados de su natal Sancti Spíritus. No solo Oscar fue promotor de las artes plásticas sino organizador de varias exposiciones colectivas. A pesar de poseer una posición económica holgada supo ser un hombre de pueblo, afable, y modesto con todos.

Dicen los que lo conocieron que en sus últimos años de vida se le veía muy deprimido por la cruel enfermedad que padecía, pero jamás dejó de pintar. Una semana antes de su muerte pintó su último cuadro, su propia despedida, dejando de existir físicamente el 5 de enero de 1946 en su propia morada, hoy, Galería de Arte Oscar Fernández Morera.

A mod de resúmen: Oscar Fernández Morera está considerado el precursor de las artes plásticas en Sancti Spíritus, desde muy joven se inclinó por la pintura, en la que tuvo una formación autodidacta además de alcanzar gran nivel cultural. De sus pinceles salieron más de mil obras realizadas a creyones, óleos, pasteles, acuarelas y plumillas, entre naturalezas muertas, paisajes rurales y urbanos, además de ilustraciones para libros, revistas y telones destinados a escenografías teatrales. En homenaje a nuestro primer pintor espirituano la Galería de Arte de Sancti Spíritus, lleva su nombre, donde cuenta con varias obras originales de este gran hombre y se realiza varios eventos culturales.

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andres -

S
entada en una banca del jardín frente a la iglesia de San Fernando, Adelina abre una bolsa de papel, saca un puñado de pan molido y lo arroja al aire. Sonríe al ver la celeridad con que las palomas abandonan nichos y cornisas del campanario. Al tocar las baldosas con sus patas cierran las alas y, bamboleándose, se precipitan hacia el alimento que enseguida picotean. Ay, bonitas, por mi culpa tienen hambre, murmura Adelina sin apartar los ojos de las aves. Es tal su arrobamiento que no advierte la llegada de su hija Natalia.